miércoles, 5 de junio de 2013

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Me equivoqué. Cometí errores, muchos, la verdad. Me callé demasiadas veces por miedo a hacer daño. Perdoné cosas que no debí. Fui inmadura y crecí a base de golpes de la vida. Tuve sueños imposibles destruidos por la cruel realidad. Grité interiormente porque mi voz no salía. Canté mi felicidad hasta quedarme afónica. Creí en la persona que pensaba que nunca me haría daño y me dí cuenta de que esa persona no se merecía ni que gaste saliva para ella. Salí más de una vez sin ganas de diversión y volví con recuerdos memorables. No admití mis sentimientos, por miedo e inseguridad simplemente no salieron de mi boca, pero en el interior fueron gritados a plena voz.. Lloré por quién no debía y reí con quienes no valían la pena. Volví a repetir errores por mi misma o porque me empujaron a ellos. A veces pensé que la vida no valía la pena y hubo otras en que la vida me ayudó a superar dificultades. Disfruté de cosas sin importancia y con muchas de ellas aprendí lo que es el mundo.

Aprendí que la vida consiste en no arrepentirse de absolutamente nada y afrontar los obstaculos que hay en tu camino con una sonrisa.

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